La primera mujer a la que es
necesario hacer referencia es Isabel La Católica, sin cuyo apoyo Colón
no hubiera podido embarcarse a la conquista de un Nuevo Mundo. Mención hecha a
la reina de España, es interesante saber que Colón hizo su 3º viaje acompañado
de unas 30 mujeres (su primer destino fueron las Antillas) y
otras 300 llegaron a Santo Domingo a principios del S. XVI (en 1.514, en S. Domingo había mujeres en 13 de las 14 ciudades fundadas hasta entonces), mujeres valientes que se enrolaron en la aventura de la conquista, y representaron 1/3 de los pasajeros rumbo a América entre 1.560 y 1.579. En el S. XVI, de
los 45.327 viajeros que partieron a América, 10.118 fueron mujeres (de ellas, el 50% eran andaluzas, el 33% castellanas y el 16% extremeñas).
La Corona tenía muy claro que quería
poblar las Indias, y para colonizar los territorios mediante un modelo
católico, basado en la familia, el pilar necesario era la mujer, y ellas no
dudaron en acudir a la llamada… hay que tener en cuenta que la España del S.
XVI era muy dura para ellas, estaban supeditadas a los hombres y muchas no
habían ni siquiera salido solas de sus casas, quizás por ello se unieron a
estas expediciones, en busca de su libertad como mujeres...
Pero la llegada no era fácil. Las condiciones a bordo eran horrendas por las tormentas, los naufragios, los ataques piratas y el hacinamiento durante meses (1 metro cuadrado por pasajero), unido al hedor, la falta de alimentos (que se pudrían a los largo del viaje) y de agua, el frío, el calor, las enfermedades, las ratas y los chinches, todo ello navegando por un inmenso océano con unos rudimentarios instrumentos técnicos.
Los cronistas las califican como verdaderas matriarcas fundadora de familias (y por tanto de sociedades estables) y elementos imprescindibles en la fijación, el arraigo y la transmisión por la vía familiar y/o educativa de la nueva cultura. Presentes tanto en las huestes de conquista como en las ciudades, manifestaron una energía y decisión muchas veces inquebrantables y puede afirmarse que sin ellas la colonización indiana no habría sido posibles, al menos como proyecto de aculturación.
Pero la llegada no era fácil. Las condiciones a bordo eran horrendas por las tormentas, los naufragios, los ataques piratas y el hacinamiento durante meses (1 metro cuadrado por pasajero), unido al hedor, la falta de alimentos (que se pudrían a los largo del viaje) y de agua, el frío, el calor, las enfermedades, las ratas y los chinches, todo ello navegando por un inmenso océano con unos rudimentarios instrumentos técnicos.
Los cronistas las califican como verdaderas matriarcas fundadora de familias (y por tanto de sociedades estables) y elementos imprescindibles en la fijación, el arraigo y la transmisión por la vía familiar y/o educativa de la nueva cultura. Presentes tanto en las huestes de conquista como en las ciudades, manifestaron una energía y decisión muchas veces inquebrantables y puede afirmarse que sin ellas la colonización indiana no habría sido posibles, al menos como proyecto de aculturación.
Hubo mujeres que viajaron a Indias porque fueron a reunirse con su cónyuge o llegaron con él: Inés Muñoz, cuñada de Francisco Pizarro; María de Toledo, primera Virreina de América, mujer de Diego Colón (en su séquito llegaron a Santo Domingo María de Cuéllar, María Hernández y Antonia Hernández); Juana Ramírez de Arellano y Zúñiga, segunda esposa de Hernán Cortés; Marina Ortiz de Gaete, mujer de Pedro Valdivia, que hacía 20 años que no veía a su marido y cuando llegó a Chile supo que acababa de quedar viuda.
También los funcionarios y hombres de profesiones liberales se desplazaban a veces con su familia, como Gonzalo Fernández de Oviedo que se llevó a América a Catalina Rivafecha.
La mujer ocupó puestos destacados en la conquista de América, fueron pioneras en el ámbito socio-económico y determinante en el asentamiento y el proceso de consolidación cultural de la naciente sociedad hispanoamericana.
Mientras los hombres continuaban las campañas militares, ellas se ocuparon de las casas y los hijos; algunas mujeres fueron verdaderas MATRIARCAS que generaron familias muy extensas que han llegado hasta hoy: es el caso de Beatriz de Andrade y su hermana Luisa de Andrade; y de forma diferente, ya que ella no tuvo hijos, de Marina Ortiz de Gaete, que llevó consigo a Chile a algunas mujeres jóvenes y solteras de su familia.
La mujer ocupó puestos destacados en la conquista de América, fueron pioneras en el ámbito socio-económico y determinante en el asentamiento y el proceso de consolidación cultural de la naciente sociedad hispanoamericana.
Mientras los hombres continuaban las campañas militares, ellas se ocuparon de las casas y los hijos; algunas mujeres fueron verdaderas MATRIARCAS que generaron familias muy extensas que han llegado hasta hoy: es el caso de Beatriz de Andrade y su hermana Luisa de Andrade; y de forma diferente, ya que ella no tuvo hijos, de Marina Ortiz de Gaete, que llevó consigo a Chile a algunas mujeres jóvenes y solteras de su familia.
Muchas estuvieron
presentes en las fundaciones de ciudades (como pobladoras presentes en la
fundación y con derecho a recibir solar si eran cabezas de familia) o en los
principios de la vida urbana (como residentes): Isabel de Rojas, Mencía
de Almaraz y Sos, Marina Dávalos Altamirano, Inés Díaz, María
Nidos, María Ana Calderón, Teresa Núñez de Prado, Luisa
Martel de los Ríos, María Sanabria Saavedra y Garay, María
Sanabria, Isabel Romero, Leonor Jiménez, Catalina
Quintanilla, Eloísa Gutiérrez, Leonor Guzmán de Flores, Elvira
Mendoza y Manrique de Lara o Isabel Salazar. Muchas de ellas
eran "hijasdalgo" pero otras eran criadas, como Teresa Cano, o
españolas de ascendencia musulmana como Beatriz Salcedo, Lucía de
Herrera o Margarita Almagro.
A veces después de una
vida aventurera, se asentaban en la ciudad y volvían a las pautas ordinarias de
conducta femenina en el siglo XVI. Sacaban adelante a sus familias, acogiendo a
veces bajo su techo a los hijos ilegítimos -casi siempre mestizos- de sus
maridos, como también a huérfanos criollos y mestizos procedentes de familias vinculadas
por paisanaje o parentesco, por lejano que fuera: el sentido familiar era muy
intenso en las mujeres indianas. A todos ellos los educaron a la española e
instruyeron en la fe.
También tuvieron un papel relevante en
la ENSEÑANZA,
llegaron a ser maestras Luisa de Rosa o Elvira Rodríguez y en la CULTURA, pues la escritura florecía en los conventos de
religiosas. Sabemos de mujeres SANADORA, PARTERAS y COMADRONAS, y de mujeres CERAMISTAS...
Cuando el cabeza de familia estaba ausente (a veces durante años) o las mujeres se quedaban viudas, aprovechaban sus destrezas en diversas actividades domésticas para aumentar sus ingresos; así se fueron profesionalizando y llegaron a ser verdaderas EMPRESARIAS, como Inés Muñoz en la Sapallanga en los obrajes textiles o Francisca Suárez, que fue panadera, hostelera y llegó a tener varias casas de alquiler en Lima, María Escobar introdujo el trigo en Perú, Inés Muñoz varios frutales y el olivo y Mencía Ortiz creó una compañía de transporte.
Ejerció una importante labor DIPLOMATICA Malinche, fiel compañera de Hernán Cortés (conocida entre las huestes de Cortés, de quien tuvo un hijo, Martín, como "Doña Marina", pues así resultó su nombre al ser bautizada), aristócrata mejicana de origen y esclava de los mayas, cuyo perfecto conocimiento del náhuatl hizo que le sirviera al conquistador de Méjico como embajadora ante los aztecas y diplomática, demostrando además un gran valor en los combates.
Hubo GOBERNADORAS como Aldonza Villalobos y su hija Marcela Ortiz de Sandoval Villalobos que lo fueron de la Isla Margarita, Beatriz de la Cueva que lo fue por un día de Guatemala o Isabel de Bobadilla que se encargaba del gobierno de Cuba durante las ausencias de su marido, VIRREINAS y hasta una ALMIRANTE, como Isabel Barreto, pirmera y única almiranta de la Armada de Felipe II (casada con Álvaro de Mendaña, Adelantado, Gobernador y Capitán General de las Islas Salomón por orden del Rey de España), viajó en la expedición que en 1596 encabezó su esposo para colonizar este archipiélago del Pacífico Sur, donde esperaban hallar los tesoros del rey Salomón. Tras una difícil travesía, la inexistencia del tesoro desencadenó una revuelta entre los soldados, que la propia Isabel Barreto detuvo, amenazando con un machete al líder de los amotinados. No pudo evitar la muerte de su esposo, que, en su testamento, la nombró Adelantada y Gobernadora, cargos a los que unió los de Capitán General y Almirante. Con una diezmada expedición y con una férrea disciplina, logró llegar a Filipinas, donde volvió a casarse.
Cuando el cabeza de familia estaba ausente (a veces durante años) o las mujeres se quedaban viudas, aprovechaban sus destrezas en diversas actividades domésticas para aumentar sus ingresos; así se fueron profesionalizando y llegaron a ser verdaderas EMPRESARIAS, como Inés Muñoz en la Sapallanga en los obrajes textiles o Francisca Suárez, que fue panadera, hostelera y llegó a tener varias casas de alquiler en Lima, María Escobar introdujo el trigo en Perú, Inés Muñoz varios frutales y el olivo y Mencía Ortiz creó una compañía de transporte.
Ejerció una importante labor DIPLOMATICA Malinche, fiel compañera de Hernán Cortés (conocida entre las huestes de Cortés, de quien tuvo un hijo, Martín, como "Doña Marina", pues así resultó su nombre al ser bautizada), aristócrata mejicana de origen y esclava de los mayas, cuyo perfecto conocimiento del náhuatl hizo que le sirviera al conquistador de Méjico como embajadora ante los aztecas y diplomática, demostrando además un gran valor en los combates.
Hubo GOBERNADORAS como Aldonza Villalobos y su hija Marcela Ortiz de Sandoval Villalobos que lo fueron de la Isla Margarita, Beatriz de la Cueva que lo fue por un día de Guatemala o Isabel de Bobadilla que se encargaba del gobierno de Cuba durante las ausencias de su marido, VIRREINAS y hasta una ALMIRANTE, como Isabel Barreto, pirmera y única almiranta de la Armada de Felipe II (casada con Álvaro de Mendaña, Adelantado, Gobernador y Capitán General de las Islas Salomón por orden del Rey de España), viajó en la expedición que en 1596 encabezó su esposo para colonizar este archipiélago del Pacífico Sur, donde esperaban hallar los tesoros del rey Salomón. Tras una difícil travesía, la inexistencia del tesoro desencadenó una revuelta entre los soldados, que la propia Isabel Barreto detuvo, amenazando con un machete al líder de los amotinados. No pudo evitar la muerte de su esposo, que, en su testamento, la nombró Adelantada y Gobernadora, cargos a los que unió los de Capitán General y Almirante. Con una diezmada expedición y con una férrea disciplina, logró llegar a Filipinas, donde volvió a casarse.
Fueron
EXPEDICIONARIAS, Mencía Calderón, mujer de Juan de Sanabria, quien tras la muerte de su marido se encargó de la expedición al Río de la Plata y es considerada como "la madre española del área del Río de la Plata" y María Sotomayor.
ENFERMERAS
en las campañas fueron Beatriz de Paredes, quien también peleaba, Mencía
Marañón en Chile, Isabel Rodríguez y María de Estrada en
México.
Y están las
CONQUISTADORAS, todas esas mujeres que fueron a la conquista:
-con sus
maridos, como Mari Hernández, Lucía Miranda, María Arias de
Peñalosa, Catalina Márquez, Francisca Valterra, Isabel de
Vergara…,
-con sus
amantes, en el caso de Inés de Atienza, Catalina de Leyton y María
de Ulloa…,
-con sus
hermanos, como Beatriz Ordás y Francisca Ordás,
-con su
padre, fue Elvira Aguirre, hija mestiza del loco Lope de Aguirre en la
expedición de los Marañones.
-con D.
Pedro de Mendoza, llegando al Río de la Plata en 1536: María Dávila, María
Duarte, Catalina Pérez, Elvira Pineda, María de Angulo,
Francisca Josefa de Bocanegra, Catalina de Vadillo, Isabel de
Guevara, Isabel de Quiroz y Mari Sánchez... que en medio de
las terribles penalidades de los primeros meses en el Plata, atacadas por los
indios, con hambre y enfermedades, una epidemia de peste y una naturaleza
hostil fueron capaces de curar y cuidar a los heridos, enterrar a los muertes,
conseguir comida, hacer guardia por si volvían a repetirse los ataques,
combatir contra los indios, limpiar las armas y sobre todo, mantener alta la
moral de supervivencia y combate de los hombres.
La conquista de América está repleta de mujeres que no dudaron en EMPUÑAR LAS ARMAS cuando fue necesario, y según escriben los cronistas con verdadero valor, como por ejemplo: Elvira Hernández, Beatriz Hernández, Beatriz Gómez, Inés Suárez amante de Pedro de Valdivia en Chile, Antonia Hermosilla, Beatriz Palacios, Beatriz Hernández de Cortegana, María de la Caballería, María de Vera, La Sagreda, Mari López, Catalina Hernández, Leonor de Guzmán y Beatriz Bermúdez de Velasco que obligó, espada en mano, a volver a la batalla de Tenochtitlán a aquellos españoles que se rendían.
"Adonde quiera que te lleve la suerte, ya entre las furiosas ondas del océano, ya en horribles peligros de tierra, sábete que te he de acompañar yo... escoge una de las dos cosas: o me cortas el cuello con la espada, o consientes en lo que te pido"
(carta fechada en 1511 de Isabel de Bobadilla a su marido, el militar Pedrairas Dávila, antes de partir a América.)
ROSA
La conquista de América está repleta de mujeres que no dudaron en EMPUÑAR LAS ARMAS cuando fue necesario, y según escriben los cronistas con verdadero valor, como por ejemplo: Elvira Hernández, Beatriz Hernández, Beatriz Gómez, Inés Suárez amante de Pedro de Valdivia en Chile, Antonia Hermosilla, Beatriz Palacios, Beatriz Hernández de Cortegana, María de la Caballería, María de Vera, La Sagreda, Mari López, Catalina Hernández, Leonor de Guzmán y Beatriz Bermúdez de Velasco que obligó, espada en mano, a volver a la batalla de Tenochtitlán a aquellos españoles que se rendían.
"Adonde quiera que te lleve la suerte, ya entre las furiosas ondas del océano, ya en horribles peligros de tierra, sábete que te he de acompañar yo... escoge una de las dos cosas: o me cortas el cuello con la espada, o consientes en lo que te pido"
(carta fechada en 1511 de Isabel de Bobadilla a su marido, el militar Pedrairas Dávila, antes de partir a América.)
ROSA
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