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sábado, 14 de septiembre de 2013

DEPORTE Y EDUCACIÓN

En la Inglaterra del siglo XIX, un hombre sencillo y enérgico, audaz y honrado, el pastor anglicano Thomas Arnold que era director de la escuela pública de Rugby (distrito del condado de Warwickshire), haciéndose eco de la desmoralización reinante en su país ante la crisis de los trasnochados e ineficaces sistemas pedagógicos entonces en vigor, concibe la idea de un nuevo y revolucionario plan educativo que se basa en intentar hacer consciente al individuo, desde los primeros años de su juventud, de su responsabilidad y derechos ante la vida, creando y potenciando en él la conciencia de su protagonismo individual; y para plasmar la realidad de su idea, Arnold busca y encuentra en la educación física y el deporte de competición el medio ideal para la realización de su revolucionario procedimiento educador.

 
Estas ideas servirían de patrón originario e ideal al gran restaurador del olimpismo, al hombre que después de quince siglos de olvido resucitó los Juegos Olímpicos: el barón Pierre de Coubertin, sociólogo, historiador y filósofo; pero, sobre todo educador y deportista, que consciente del importante papel desempeñado por las antiguas olimpiadas griegas, pensó que si las recuperaba podría llevar a cabo una revolución en los círculos educativos por medio de la formación física y los deportes competitivos. Hipotecó y sacrificó una vida cómoda y despreocupada para consolidar una realidad que nació de la utopía: los Juegos Olímpicos de la Era Moderna.
 
Así pues, la educación estuvo presente en la recuperación del olimpismo.
Ya que "el objeto propio de la educación es poner al hombre en situación de gobernarse" (el gran fin de la educación es enseñar al hombre a educarse, cuando otros hayan cesado de educarlo), es imprescindible el deporte en la educación de los niños y debe ser revalorado creando y reforzando actitudes y comportamientos basados en criterios ético-deportivos, pues el deporte es eminentemente sociable: la tendencia común de los deportistas es la de "acercarse"... el deporte acerca a los hombres, disminuye las distancias que los separan; de niños y niñas deportistas haremos hombres y mujeres solidarios.
Tengo el convencimiento de que el deporte educa para la vida, y que la observación de las reglas que presiden el deporte permitirán a quienes lo practican abrirse a sentimientos de respeto mutuo, que es el primer fundamento del mantenimiento de la paz entre los pueblos.
 
No solo en el deporte, en cualquier empresa que acometamos en la vida hagamos nuestra la máxima olímpica "CITIUS, ALTIUS, FORTIUS" (más rápido, más alto, más fuerte).
 
ROSA

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